Un año difícil, un año para olvidar, un año en el que nos quedamos sin abrazos, sin trabajo, sin niños en los parques, sin teatro y, lo que es peor, en muchos casos sin la gente a la que amamos.
El ser humano es adaptativo por naturaleza y ahora hace mascarillas de diseño, filtros para partículas dañinas y protocolos para volver a la vida. También para volver al teatro. Por eso ayer nos subimos de nuevo a un escenario, a un bonito escenario con un aforo de 50 localidades, que no llenamos. Dió igual, les agradecimos en el alma que estuvieran allí, compartiendo un nuevo comienzo.
"Amores, desamores, zarandajas" y muchas ganas de guardar para siempre nuestras mascarillas rojas, como los trajes, y volver a dar la mano y las gracias a nuestros espectadores.
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