Yo siempre tengo una estación en mi retina, una mano que saluda en el andén y una lágrima que se vislumbra a través de un cristal sucio mientras el tren comienza su avance. Pero la vida está llena de estaciones, y por eso también de despedidas.
Ayer cerramos una etapa de Divinas Palabras, la representación en el Auditorio de Tarancón fue conmovedora, bella, potente...todo esto a falta de las notas esperadas, temidas y mil veces valoradas de Chete Guzmán, nuestro director. Y fue agridulce por esa despedida. Iniciamos una nueva etapa sin Chete, sin nuestro "dire". Él dice "tiene que ser así, es lo mejor..."y seguramente tiene razón, seguramente el grupo tiene que coger las riendas y "autoliderarse" -que no dirigirse- tiene que buscar el camino y hacerlo desde la honestidad, el compromiso, la humildad y las ganas de seguir aprendiendo y trabajando en este asunto venenoso del Teatro. Pero inevitablemente el tren se moverá y dejaremos atrás tantas tardes de ensayos, a veces hilarantes, otras tensos y agotadores, tantos finales de risas y cervezas, tantos tacos -es el método Chetoski, vehemente, apasionado, descarado, valiente...-
Chete nos ha dado mucho, de su saber, de su energía, de su tiempo. Pero sobre todo nos ha dado "Divinas Palabras". Con este montaje nos hemos acercado al sueño de ser ACTORES y ACTRICES, con mayúsculas, hemos puesto en pie un texto hermoso y duro del que cada uno de nosotros conservará para siempre un gesto, una frase, una mirada de ese público agradecido, ( yo conservaré dos abrazos conmovidos por mi querido Baldadiño, que será para siempre ese niño especial en el que algunos días tuve la suerte de convertirme) de ese público que nos ha dicho cosas como "gracias por hacer este teatro que ya no vemos casi nunca", o, simplemente: "GRACIAS"
Por eso, aunque quede mucho por llegar, aunque la vida, como el teatro, no sea nada si no está llena de proyectos, no puedo dejar en el andén a Chete Guzmán y a "Divinas Palabras" sin tener la certeza de que nos volveremos a encontrar, de que esta es otra etapa del viaje y habrá otra estación que será testigo del reencuentro.
Hasta entonces, Chete, como ese público que sale sin palabras, simplemente GRACIAS.
Maite Sierra
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